Muchas de las tradiciones que han acompañado a los Pueblos Blancos durante siglos han logrado perdurar hasta la actualidad. Además de las fiestas y costumbres, la elaboración de productos a mano se ha convertido en uno de los grandes motores de la economía serrana y un indiscutible atractivo turístico. El uso de materiales y técnicas se remonta a tiempos remotos y son solo una muestra de la buena acogida que sigue teniendo esta actividad.
Sin duda, la seña de identidad de los Pueblos Blancos es el trabajo con piel. La marroquinería posee un gran peso en la industria de toda la comarca. Esta variante artesanal, que se remonta hasta la majestuosidad de la época califal, actualmente ha conseguido obtener un reconocimiento a nivel mundial. Es tal la calidad de los trabajos que hasta reconocidas marcas de moda de lujo encargan la elaboración de artículos a talleres locales para su posterior venta. Además, gran parte de la producción se exporta a países europeos, Estados Unidos, Australia, Canadá o Japón, entre otros.
La estrecha relación que aún mantiene la Sierra de Cádiz con la ganadería se evidencia con la elaboración de productos relacionados con la caballería. Botas, monturas o zahones son algunos de los artículos guarnicioneros que podemos adquirir en establecimientos locales.
El milenario trabajo con arcilla sigue siendo habitual en muchos talleres. La calidad de los trabajos decorativos cautiva a muchos visitantes, que a menudo deciden volver a sus hogares con una pieza artesanal que les recuerde la experiencia de visitarnos. Además, en Grazalema reside una de las Maestras Artesanas de Andalucía, Montserrat Hidalgo, que ha volcado toda su vida y trabajo en este sector. Un reconocimiento honorífico por su trayectoria profesional y sus aportaciones a la industria.
Otros materiales como el hierro forjado, un elemento característico de la arquitectura tradicional andaluza, el esparto, la madera de haya y pino, la palma o el corcho son trabajados en las manufacturas gaditanas. Sillas de tipo rústico, cestas, esteras, enseres decorativos se suman a una extensa lista de productos artesanales elaborados en los Pueblos Blancos.
Tal es la variedad de artículos que se fabrican, que hasta podemos adquirir instrumentos musicales de gran calidad y de antigua tradición. Las guitarras de Algodonales o las históricas gaitas de El Gastor son algunos de los exponentes de la riqueza artesanal.
Además de los productos lácteos de las ovejas grazalemeñas, su lana es aprovechada en la tejeduría de mantas, de una calidad exquisita y adecuadas para soportar las temperaturas propias de la zona de la serranía.
La amplia gama de productos y artículos hechos con mimo, cuidado y detalle pone de manifiesto el cariño que los habitantes de los Pueblos Blancos aún conservan por el trabajo artesanal, una confección cada vez más difícil de encontrar en un mundo globalizado y masificado que aún tiene su lugar en la Sierra de Cádiz.