Pueblos Blancos

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Uno de los grandes reclamos turísticos que ofertan los Pueblos Blancos es su gastronomía, que destaca por su riqueza y variedad. A lo largo de la historia, diferentes civilizaciones han elegido la Sierra de Cádiz como su hogar. La comarca alberga una gran diversidad de recetas, en parte resultado de la impronta cultural que han dejado los pobladores islámicos, judíos y cristianos que han vivido en el territorio. Además, la tradición ganadera, agrícola y de pastoreo ha conseguido mantenerse hasta nuestros días a través de la transmisión entre generaciones. Así, las verduras y hortalizas de los campos serranos siguen proporcionando un toque único a los platos típicos.

Como es propio de las zonas rurales, en los Pueblos Blancos siguen celebrándose las matanzas de cerdos. De esta antiquísima costumbre, se obtienen chacinas y embutidos que serán los protagonistas en recetas como el cocido, posiblemente la joya gastronómica de la Sierra gaditana.

Podemos destacar materias primas de gran calidad como el aceite de oliva, que se ha ganado la denominación de origen “Sierra de Cádiz” y que es uno de los ingredientes fundamentales de cualquier cocina. De la práctica de la caza se obtienen carnes de gran sabor como la de venados, faisanes, conejos o perdices.

La gastronomía de los Pueblos Blancos estaría incompleta si no mencionáramos a los quesos elaborados en la comarca, que se han ganado el reconocimiento a nivel mundial. El sabor único de estos afamados productos se debe a la leche de cabra “payoya-montajequeña”, una raza endémica de la Sierra de Cádiz. Los galardones y premios que han obtenido estos lácteos ponen aún más en valor el trabajo y esfuerzo de los artesanos locales. Un buen acompañamiento para estos quesos pueden ser los molletes y panes de campo, populares en toda la provincia.

La lista de platos típicos es muy extensa, casi imposible de enumerar en su totalidad, sin embargo, ponemos en valor las sopas en todas sus variantes (ajo, tomate, cocías, cortijeras o pegás), las tagarninas, el pollo de campo, el arroz con conejo o el cerdo ibérico mechado, entre otros muchos.

En el terreno repostero, postres como los hornazos, pestiños, torrijas, buñuelos, tartas de queso de cabra, huevos nevados o los piñonates culminan un menú delicioso.

El cuidado con el que se elaboran los platos y la exquisita calidad de sus productos atrae cada año a nuevos adeptos, que no dudan en repetir una experiencia inolvidable para el paladar.